miércoles, 3 de febrero de 2016

¡LA CALLE, EL ANFITEATRO DE LOS POBRES!

Hasta la fecha se cuentan en 20.000 los despedidos por el estado, según afirman los sindicatos y los atentos al delicado tema social. Lejos de las sensibles doctrinas de inclusión, el gobierno del PRO-CAMBIEMOS promete más despidos. Casi con capitalista orgullo parece no importarles las consecuencias en dolor y pobreza que generan. Distante parece quedar la tentadora promesa electoral de “pobreza cero” que Mauricio Macri disparara a diestra y siniestra en los masivos medios de comunicación.
“¡Gobernar es crear trabajo!” Repetía una y otra vez el cada vez más grande General Juan Domingo Perón. Algunos jamás reconocieron la sapiencia de quien fuera tres veces presidente de los argentinos. 
La prioridad del gobierno debió ser la de crear empleo genuino. Entonces, el traslado de trabajadores del mundo estatal al privado, en caso de ser necesario, se produciría de forma gradual y ordenada.
¡El dolor de cabeza no se cura degollando al paciente!
Ahora, 20.000 familias sin trabajo implican 100.000 personas con un horizonte gris oscuro donde la sombra del hambre acecha sus hogares. 
La inflación continúa su voraz curso de aumentos desmedidos, sumados a los “ajustes” de las nuevas tarifas de servicios propinarán un durísimo golpe a las familias humildes de la nación.
Parece que las palabras de Daniel Scioli no eran “campaña del miedo”, sino sólo un crudo vaticinio de lo que está sucediendo en estos días. Un coro de acólitos periodistas machacan sobre lo necesario y adecuado que son los ajustes de los servicios. Lo que no parecen considerar, es si la gente los puede pagar. La peor de las deudas es aquella que no se puede cobrar por falta de dinero del que desea abonarlas.
En los soleados barrios cerrados y casas quintas el hambre parece una ficción, un día más en “el país de Nunca jamás”. Deporte con amigos, noche de sábado con glamorosa burguesa tertulia. Eso sí: mañana a misa de domingo para, quizás, tal vez, si aparece un vestigio de conciencia que incomode por la pobreza y dolor generado, rezar un “Padre Nuestro” y el lunes a seguir echando trabajadores.
El duro corazón empresarial busca cerrar los fríos asientos contables. Las mesas casi desoladas son patrimonio de los que ni inglés saben hablar…
Recordemos que TODO está en dinámico movimiento, la ley de CAUSA –EFECTO no descansa. Mientras, la calle es el anfiteatro de los pobres.
Máximo Luppino

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