DIRIGENTES DE CARTON

“El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…”
Si esa canción la hubiese escrito yo, debería decir: “El tiempo pasa, me estoy volviendo un viejo choto y cascarrabias…”
Cada día soy menos tolerante con la estupidez.
Seguimos impulsando la vieja lógica política que genera intereses dirigenciales distintos del de las bases.
La participación popular se limita cada vez más a la emisión del sufragio. El sistema de representación continúa siendo el mismo que el que generó los cacerolazos de 2001.
¿Es tan difícil entender que seremos incapaces de esbozar cambios hacia el futuro sin recordar las lecciones del pasado?
La pérdida de la memoria histórica no es un tema menor. Si se mantiene en la mayor ignorancia posible sobre el pasado, en definitiva, se contribuye a un mayor engaño en el presente.
¿Por qué, aquellos que nos decimos políticos, no nos dejamos de tirar premisas vacías de contenido?
El otro día escuchaba, como un seudodirigente decía “hay que mantener el orden”, yo pregunto ¿Qué es el orden? ¿Es mantener las cosas como están? ¿Es decirle al pobre, seguí siendo pobre?
No se están formando hombres con valores ni con el conocimiento necesario para comprender y mejorar la sociedad. Así salen al ruedo cada vez más dirigentes sin la adecuada formación, por lo tanto rápidamente adoptan formas de simulación, con el único objetivo de mantener sus mezquinos privilegios. La simulación implica aparentar una cosa o una acción, confundiéndola con otra sin que efectivamente le equivalga. Este accionar indefectiblemente se transforma en políticas de efectos y meramente declamativas.
Es fácilmente comprobable que los simuladores más reconocidos por el gran público son los políticos profesionales, a quienes solamente les interesa lograr beneficios personales simulando sacrificarse por el país y sus conciudadanos.
La falta de ideas genera modismos, traducido en frases sueltas –ambiguas y muy amplias en su significado, para evitar definiciones precisas, por ejemplo: “mantener el orden”-, fingiendo -el dicente- ser ilustrado y simulando sabiduría.
Estos simuladores procuran que millones de personas se olviden de usar sus cerebros. Para ello contribuye mucho la falta de una correcta educación y de buena información. La educación es uno de los temas de los que más se habla y posiblemente sea el que menos se ejecuta.

Sin embargo los mezquinos simuladores, tarde o temprano, se van a enredar en su propia red; ya que de tanto buscar la estupidez, ellos terminaran siendo estúpidos; en conclusión la estrategia de minimizar el pensamiento oportunamente les jugara en contra, porque los hombres inteligentes a veces aprenden de los tontos y rara vez ocurre a la inversa; en el mismo sentido decía Perón “…jamás he visto a un bruto hacerse inteligente…” En síntesis la estupidez, muy por el contrario de lo que se piensa, generara una clase dirigente capacitada, como la otra cara de la moneda de la triste realidad actual.
La confusión reinante ha logrado pueblos de papel dirigidos por hombres de cartón. Hay que erradicar la política del “Pensamiento Cero”. La solución es sencilla, se debe acudir a la educación, a la vez hay que capacitar a la clase dirigente -acudir a aquello que los peronistas llamamos formación de cuadros- y elevar las deprimidas vías de participación y debate. Cada día soy menos tolerante con la estupidez, pero este sistema pedorro va a cambiar, ya lo dijo José Hernández en su Martín Fierro: "No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte."

La Historia demuestra que en todas las épocas y en todos los países hubo ideas o mitos que permitieron sellar a fuego los sentimientos de los pueblos; en el caso argentino fue el peronismo. Sencillamente por esto este sitio se llama RECUPERACION DEL PERONISMO.