DESIGUALDAD SOCIAL
El sistema tributario argentino prima su recaudación con los impuestos indirectos que gravan la capacidad contributiva del consumo, por sobre los impuestos directos que gravan las capacidades contributivas de rentas y patrimonio. Esta estructura determina un sistema tributario REGRESIVO, al impactar en mayor medida en los sectores de menores recursos, mientras que para las personas de altos ingresos, para los cuales entra en juego la variable ahorro, el impacto de los impuestos a los consumos sobre sus ingresos es menor.
Parte del gasto público social, en Argentina, ha mostrado ser procíclico, al evolucionar en la misma dirección que el PBI, por consiguiente no se cumple el principal objetivo de estas erogaciones, que es proteger a la sociedad de las fluctuaciones en el ingreso como consecuencia de las recesiones. El contraste entre las elites y los desamparados es gigante. La brecha de la punta de la pirámide de la base es impresionante; pese al extraordinario crecimiento económico, la distribución del ingreso ha mejorado muy poco; las políticas liberales de los 90 han agravado la disigualdad. Otra era la distribucione en los 70 donde la brecha era similar a lo que hoy tienen los paises desarrollados.
El desafío actual pasa por detectar si con un tipo de cambio alto reubica al país en la senda de relativa equidad distributiva. La estrategia cambiaria fue útil para salir con celeridad del pozo y regresar de pésimos a malos indicadores de reparto de la riqueza. Por vía del derrame de crecimiento no se alterará la matriz distributiva y tampoco focalizando la tarea exclusivamente en el gasto social; tomar por separado el gasto social y la política tributaria es una falacia de origen que busca sacar esa última cuestión de la agenda de reformas.
La ortodoxia liberal de los 90, concebía que el Estado debía limitar sus funciones a la administración de tareas indelegables y dejar las cuestiones económicas al mercado. La precariedad, flexibilidad laboral y el empleo en negro en Argentina han sido consecuencia directa de esto y se ha configurado una sociedad desigual, con responsabilidad tanto del Estado como del sector empresario. Por consiguiente el rol del Estado y el comportamiento del sector empresario deben abrirse a debate.
A modo de conclusion;
1) Debe realizarse un giro a nuestra estructura tributaria, pensando en un nuevo menú de impuestos. Buscando la progresividad del modo de recaudación, a fin de ser utilizado como herramienta de crecimiento y bienestar económico, donde las variables de ajuste dejen de girar en torno a los sectores mas desprotegidos.
2) Es necesario que el gasto público social de Argentina, pase a ser antiocíclico, por lo cual los fondos para cubrir dichas medidas deben destinarse a proteger a la sociedad de las fluctuaciones en el ingreso como consecuencia de las recesiones.
3) Es un error tomar por separado el gasto social y la política tributaria, pensando que el primero puede corregir al segundo
5) Para alcanzar los objetivos antedichos, se debe redefinir el rol del Estado en la estructura socio.economica de nuestro país.
Parte del gasto público social, en Argentina, ha mostrado ser procíclico, al evolucionar en la misma dirección que el PBI, por consiguiente no se cumple el principal objetivo de estas erogaciones, que es proteger a la sociedad de las fluctuaciones en el ingreso como consecuencia de las recesiones. El contraste entre las elites y los desamparados es gigante. La brecha de la punta de la pirámide de la base es impresionante; pese al extraordinario crecimiento económico, la distribución del ingreso ha mejorado muy poco; las políticas liberales de los 90 han agravado la disigualdad. Otra era la distribucione en los 70 donde la brecha era similar a lo que hoy tienen los paises desarrollados.
El desafío actual pasa por detectar si con un tipo de cambio alto reubica al país en la senda de relativa equidad distributiva. La estrategia cambiaria fue útil para salir con celeridad del pozo y regresar de pésimos a malos indicadores de reparto de la riqueza. Por vía del derrame de crecimiento no se alterará la matriz distributiva y tampoco focalizando la tarea exclusivamente en el gasto social; tomar por separado el gasto social y la política tributaria es una falacia de origen que busca sacar esa última cuestión de la agenda de reformas.
La ortodoxia liberal de los 90, concebía que el Estado debía limitar sus funciones a la administración de tareas indelegables y dejar las cuestiones económicas al mercado. La precariedad, flexibilidad laboral y el empleo en negro en Argentina han sido consecuencia directa de esto y se ha configurado una sociedad desigual, con responsabilidad tanto del Estado como del sector empresario. Por consiguiente el rol del Estado y el comportamiento del sector empresario deben abrirse a debate.
A modo de conclusion;
1) Debe realizarse un giro a nuestra estructura tributaria, pensando en un nuevo menú de impuestos. Buscando la progresividad del modo de recaudación, a fin de ser utilizado como herramienta de crecimiento y bienestar económico, donde las variables de ajuste dejen de girar en torno a los sectores mas desprotegidos.
2) Es necesario que el gasto público social de Argentina, pase a ser antiocíclico, por lo cual los fondos para cubrir dichas medidas deben destinarse a proteger a la sociedad de las fluctuaciones en el ingreso como consecuencia de las recesiones.
3) Es un error tomar por separado el gasto social y la política tributaria, pensando que el primero puede corregir al segundo
5) Para alcanzar los objetivos antedichos, se debe redefinir el rol del Estado en la estructura socio.economica de nuestro país.
ESPERAMOS ABRIR EL DEBATE...
lucha contra la discriminación
Dra. ELIANA D. MATKO - Dr. RUBEN L. CASTEJON
Dra. ELIANA D. MATKO - Dr. RUBEN L. CASTEJON
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