El mismo Franco La Porta ha reconocido en voz baja la imposibilidad de esa línea sciolista de instalarse territorialmente en San Miguel.
Lógicamente el ingeniero nunca reconocería esto en público, pero de hecho ese problema de instalación ha salido de su propia boca frente a personas que no pertenecen a su reducido espacio político.
Esa línea ha alcanzado espacios de poder de relevancia en el gabinete bonaerense, que lamentablemente para el sciolismo no pueden ser capitalizados políticamente en un armado tentador para el electorado sanmiguelino.
En realidad el laportismo no podrá crecer hasta que no corrija su raquitismo estructural y esta cuestión lo mantendrá estancado sino es debidamente abordada.
Pero este tema solo puede ser afrontado por el conductor de ese sector, ya que su entorno no hará absolutamente nada, debido a que si lo hiciesen muchos no podrían aspirar -por su consabida incapacidad- a tener ningún lugar en esa estructura política, es lógico que ese holgazán sequito deprima cualquier posibilidad de crecimiento, dado que están sumamente cómodos en esta especie de patriarcado laportista.
La debilidad estructural deriva siempre en problemas funcionales y esto ultimo termina en competencia interna de un rejunte de voluntades mezquinas, que en lugar de buscar crecer tratan de mantener al grupo lo mas pequeño posible.
Seguramente La Porta pretende otra cosa para esa línea, de hecho él mismo se queja de la falta de capacidad de construcción política de su gente.
A pesar de lo dicho las correcciones estructurales y funcionales servirían de poco sin un gran debate interno del sector y la eliminación de algunas prácticas nocivas que afectan a los propios militantes del espacio y que con seguridad La Porta desconoce.
Si el laportismo no trabaja de manera urgente en sus deficiencias internas, el sciolismo estará cada vez más lejos de triunfar en San Miguel.
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