El espacio laportista viene de atravesar momentos sumamente difíciles, de los que sus integrantes parecen no poder ni saber salir.
Las riñas internas, la histórica y repetida fuga de dirigentes, la falta de todo análisis y autocritica, el hecho de tratar de ganar la calle sin un previo debate de sus miembros para definir claramente los objetivos de la línea -buscando solo un crecimiento aritmético frente al electorado y descartando cualquier crecimiento geométrico-, los problemas estructurales del espacio y por consiguiente la falta de división funcional de esa agrupación política (motivo central de un internismo furioso), la mochila de las renuncias, la falta de cuadros que intermedien entre el conductor y los conducidos, la ausencia de propuestas de gestión y el mutismo como alternativa política, hacen ver al laportismo como un barco a la deriva, donde sin rumbo sus tripulantes solo tienen como objetivo salir airosos a cualquier costo y sin importar el destino común.
Esperamos estar equivocados en nuestra visión, pero creemos que los vecinos de San Miguel necesitan diferentes propuestas que maximicen los potenciales locales y corrijan las desigualdades sociales y el laportismo se empecina en no darlas.
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